domingo, 12 de junio de 2016

A veces...

     Sin duda hay momentos en los que deseamos dejar de sentir, comenzar a odiar, podemos sentir el deseo de golpear objetos y hasta de matar; y es que estamos frustrados porque aún son mil años (que sentimos han pasado) y no logramos entender la forma de actuar de alguien.
   
     Siempre me pasa que me confió y luego plas me empujan y allá voy yo pa el piso y ahí me arrastro, lloro, pataleo, me cuestiono a mí mismo, reniego de ciertas cosas y antes de levantarme una vez más me juro a mí mismo no volver a ser igual. Y algunos días siguientes creo que cambie porque casi lo estoy logrando, ya la gente no me viene con cuentos y/o yo simplemente les descubro que buscan. "MENTIRA" los seres humanos no cambiamos, no, no lo hacemos; los seres humanos quizá nos adaptemos a situaciones, cosas o personas pero, NO ABANDONAMOS NUESTRA ESCENCIA a veces quizá, por un rato pero ya luego volvemos a ser nosotros con nuestras lágrimas y las sonrisas que nos tocan.

     A veces queremos ser malos y cuando le ponemos el pie a alguien para que se caiga vamos y le damos la mano para ayudar a que se levante. Así somos a medida que pasa el tiempo me convenzo más de que mis intentos por ser tremendo nunca superaran los días en que me ensucie la ropa de barro o los que pelee con mis primos y creo que ya pasaron esos días. ¿Qué loco no? ahora este pana hablando de ser malo o no serlo. No es que ser malo sea un tema de mucho interés, solo que a menudo nuestra mente nos juega este chiste y seguimos cayendo.

    El tiempo me ha mostrado que las cosas que nos suceden, pasan porque lo permitimos, porque si se nos dañan los cambures en la nevera es porque sabíamos que los teníamos, no los queríamos pero tampoco los regalamos; o mejor si discutimos con nuestros papas es porque nos regañaron sabemos que tienen la razón y osamos en responderles y luego viene el castigo; que quizá es lo peor. Entonces a veces nos encontramos como perrito esperando a su dueño ante situaciones que solo son expectativas porque nadie tendrá toda la libertad hasta que no se le otorgue.

    Yo no me comería todos tus cambures si tú no me autorizas, ni le responderé a mis padres si no va a ser con respeto. Eso es la vida a veces creemos y esperamos demasiado de las cosas, sembramos una mata de limón y se nos comienza a hacer agua la boca imaginándonos unas jugosas y dulces naranjas “NO” ¿Por qué HACERLO?, ¿HASTA CUANDO LO HAREMOS? Estamos conociendo a alguien y nos imaginamos hasta los mecedores donde de viejos nos sentaremos juntos al atardecer o quizá le conocemos de toda la vida y sabemos lo malhumorado que es y sin embargo nos atrevemos a invitarle a jugar el atrapado.


     La mayoría de las veces nos encontramos así ante la vida: sentimos que algo falla y que perdura haciéndolo sin darnos cuenta que estamos esperando una pizza en la heladería o peor estamos esperando naranjas de un limonero. Quizá no podamos evitar desear algo pero si podemos hacer que la desilusión no toque nuestra puerta, no debemos caminar con ojos cerrados por senderos desconocidos ni estando recorriéndolo por segunda vez, a veces no podemos confiarnos ni de la piedra que estamos seguros del sitio donde se encuentra.

“si esperamos demasiado que las cosas sucedan como las imaginamos corremos el riesgo de desear con todas las fuerza no haber querido nunca que sucediera”.


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