martes, 21 de marzo de 2017

#4

     A la vida venimos  sin nada de pudor, venimos sin ningún tipo de restricción, mientras crecemos vamos descubriendo con nuestras pequeñas manitas donde se localiza cada parte de nuestro cuerpecito, vamos explorando que hay hoyitos, algunas ranuras, partes suaves y algunas con un poco de cabello y así logramos crecer sabiendo que tenemos ojos, lengua, cabeza y así muchas partes más.

     Luego comienza nuestra gran aventura la cual a veces es calurosa y estamos ahí jugueteando solo con nuestro pañal y la tierra, nuestros juguetes o algunos objetos que no nos dan pero que encontramos y nos divierten. ¡Una vez más nos encontramos desnudos! Lo que al principio de nuestras vidas nos hace sentir desprotegidos, nos hace llorar con mucha fuerza esperando ser abrazados y llevados al pecho de nuestros padres, luego crecemos y descubrimos que lo frio nos estremece, lo caliente nos aleja de si y que estar desnudos es más divertido si en nuestro patio hay charquitos de agua y que el barro que en cada paso abre su propio camino por entre nuestros dedos se siente más pegostoso en nuestra panza sin ropa.

     Disfrutamos tanto estar desnudos hasta que llega o no alguien que nos dice no esta tan bien lo que haces, allí comienzan nuestras guerras; nuestras tomas acertadas de decisiones, saber que tan mal esta y si no nos parece que está mal ¿Por qué?. Si nadie nunca nos hubiese dicho que las niñas no se deben dejar ver por los niños y que los niños no deben mostrarse ante las niñas nunca habríamos descubierto tan temprano, que nuestros cuerpos pronto nos regalarían algo más que solo juegos. De no haber sido así, quizá podríamos vivir disfrutando tanto de la desnudez sin darle connotación sexual; habríamos vivido la libertad de crecer solos y de descubrir por nuestros propios medios que estar desnudos no está mal si no lo queremos y que es sexy cuando lo deseamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario