domingo, 28 de octubre de 2018

Idilio.

     Recordando viejos amores/amores viejos, – o como sea que se puedan llamar -, (y no que he tenido muchos pero sí que han sido más de uno), me he dado cuenta que siempre los he vivido con tanta sabrosura; como cuando te comes un pollo asado con yuca todo bañado en bastante guasa caca, vaya analogía, pero es así de intenso y rico como los he vivido; sin embargo, lo peor es la sensación que queda luego, cuando ya te comes todo, y no me refiero a la llenura que hace que te desabroches el pantalón y te quites los zapatos, sino a la sensación de tristeza que te invade cuando te das cuenta de que por muy satisfecho que estás, la bandeja está vacía.
     Esa misma sensación, esos grandes amores que para mi han sido maravillosos mientras se mantienen, que no he querido soltar por: lo ligero que me siento cuando flotábamos uno al lado del otro, por lo intenso cuando jugábamos a ser grandes y por lo divertido cuando cada uno hacia florecer su mejor chiste para soltar una gran carcajada, y porque no aceptar esas escenas de celos que sentimos cuando cada uno superó la barrera del espacio privado del otro.
     He llorado muchas esos amores, no por las personas sino por los momentos. Porque cuando estas con quien amas las horas pasan muy rápido, las películas son mas románticas y hasta los días grises se vuelven tan hermosos que basta con estar abrazados para continuar pacientes hasta el momento donde mengua lo gris y se acomoda todo el arcoíris.
     Existen personas con el descaro de no comprender ciertos matices y alzan su voz para exigir respeto por los trazos en sus lienzos y el amor debe ser sublime hasta cuando exiges porque casi siempre solo necesitas pedir lo que no estás dando y cuando comienzas extrañar, comienzas por extrañar todo lo que eras libremente y terminaba por volverle loco/a. Ahora yo ya no extraño; ahora recuerdo y vaya que se siente bien.
     Lo mejor es que ya no lloro si los recuerdo, cuando oigo una canción ya no es de esos amores de quien me habla y si cierro los ojos mientras la canto ya no tienen sus nombres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario